20 de septiembre de 2016

... lo que se da, ya no se quita.


-              - ¿ Te lo has pasado bien Rita?

-            -  Creo que sí mamá.

Rita llegó al taller del camping de manualidades, con su hermano y su madre, entró en un bucle alrededor de la mesa.

-           - Tiene un poco de autismo – me dice su mamita.

Después de estar un rato acompañándola se fue, se quedó con su hermano, que rápidamente hizo pandilla, y jugaba con otros niños. Rita da vueltas, yo la acompaño, entonces entra en algo, y yo me distancio. Finalmente después de cambiar de color varias veces, hace un bonito móvil, sin pintura. Se acerca de vez en cuando, y me pide algo; el tono es precipitado, saltarín. Luego lanza una pataleta, un berrinche desbocado que dura segundos, y su rostro vuelve a una normalidad pasmosa. Sin embargo está tranquila, y toda ella tiene un tono alegre. De vez en cuando mete los dedos entre el recipiente de las pequeñas estrellas doradas, las remueve, y se ríe cosquilleante.

Después de la respuesta a su madre, sus palabras merodean por mis pensamientos. Me acaricia la confusión de su emoción. Luego, días más tarde, me doy cuenta de que no es así. No es la confusión, sino la certeza de su respuesta lo que me remueve. Si alguna suerte de conciencia creadora universal me pidiese cuentas sobre mi vida, y me preguntase:

-           -  ¿ Ha sido feliz Inés?

Mi respuesta, a día de hoy, sería exacta; exactamente la misma de Rita:
                                                                                                                       
-           -  Creo que sí mamá.


1 comentario:

  1. Si, Inés, creo que has sido feliz porque a tu paso siempre has dejado un reguero de sonrisas y sutiles y cálidas sensaciones de alegría, amistad, cariño y dulzura.
    Que sigas siéndonos eternamente felices.

    ResponderEliminar

Buscar este blog